Un Apache y un Oso Judío le patean el culo a Hitler
“When you join my command, you take on debit.
A debit you owe me personally.
Each and every man under my command owes me one hundred Nazi scalps.
And I want my scalps.”
Lt. Aldo Raine
La figura del pícaro surge en España durante su siglo de oro. Un personaje como el Lazarillo nunca antes se había visto hasta el momento. El pícaro es un desadaptado de la sociedad donde se desenvuelve, y que en cierta forma lucha contra ella. Es un diferente. Un outsider. Podría decirse que el pícaro es un embrión de antihéroe que se va incubando y que a mi parecer logra un clímax perfecto bajo la figura de Ignatius Reilly, personaje principal de la obra del escritor norteamericano John Kennedy Toole, “La conjura de los necios”.
A partir de Ignatius la figura del antihéroe se como tal se vuelve una moda, y miles de escritores empiezan a crear primos y parientes lejanos del mismo. Pero, entre tantos árboles genealógicos, se producen cambios incontrolables. El antihéroe puede ser un nerd vencedor que abusa del jugador de fútbol y se queda con la porrista, o un mutante con garras metálicas que no toma ningún partido nunca. En fin, para antihéroes hay ejemplos de sobra, tanto en la literatura, como en los cómics, los videojuegos y por supuesto las películas. Y Tarantino, como hábil conocedor de géneros y personajes que es, no es la excepción.
La figura del outsider se maneja a lo largo y ancho de su filmografía. Quizás las máximas figuras de los antihéroes tarantinescos podrían reflejarse en los personajes de Vincent y Jules, de su película Pulp Fiction. Y tendrían que pasar quince años para que surgieran los primos segundos de éstos: unos primos en otra época y contexto, pero tan malos y héroes como los anteriores.
El teniente Aldo Raine y el sargento Donnie Donowitz vendrían a ser la versión anti nazi de Vincent y Jules. Dos personajes tan carismáticos y despiadados que es imposible no sentirse identificado con ellos de alguna forma. O que al menos te caigan bien por alguna razón.
Ante una figura tan enorme y prefabricada como la de un Adolf Hitler, ante ese símbolo innegable de poder y destrucción con la que nos han educado desde pequeños, Tarantino consigue una solución para desviar la fuerza y hacer que Hitler pase fácilmente a un segundo plano. Una película de la segunda guerra mundial donde Hitler es conductor de la historia, pero donde no es la figura principal. Esto solo puede lograrse y se antepone su figura a la de un par de antihéroes con una fuerza mucho más grande que la de él.
Aldo Raine, un americano que disfruta escalpando y mandando a escalpar a todo nazi que se atraviese en su camino.
Donnie Donowitz, un judío que aniquila a punta de batazos a sus enemigos.
Dos personajes con pasado desconocido, que están dispuestos a todo por el todo, que se sienten completos mientras más soldados alemanes aniquilen. Sarcásticos, violentos, fríos, pasionales y hasta idiotas, pero que logran robarse el show con sangre y acento de por medio.
Dos antihéroes mas héroes que nadie. Al menos para mí. Bastardos.
Santiago Zerpa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario