viernes, 6 de mayo de 2011

Los malos buenos


Esta película de Tarantino, que es una suerte de “Historia Novelada” si se quiere cuenta una versión bastante libre en algunos aspectos de la Segunda Guerra Mundial.
La película comienza con la visita de un general Nazi, cazador de judíos que llega a Francia, a la casa de un productor de lácteos que ayuda a familias judías a esconderse.  El general nazi inicia el interrogatorio con aquel cinismo de las torturas psicológicas, y en un momento de la conversación le dice al granjero que si no ayuda en la búsqueda de los “enemigos del estado” su familia tendrá q pagar las consecuencias, que si no le da la información que él necesita su familia seguirá siendo acosada y no podrán sacarla de la lista de sospechosos de atentar contra los intereses del estado. Motivo por el cual el granjero termina informándole donde se esconde la familia judía.  Acto seguido el general hace entrar a los soldados a la casa y les ordena disparar al suelo, pues debajo de este se escondía la familia.
Toda la familia muere, a excepción de la hija mayor  que logra huir porque la pistola del general se ha quedado sin balas. Cuatro años después nos encontramos en París a la Shosanna Deryfus, la joven que ha escapado, bajo el nombre falso de Emanuele  es la joven dueña de una pequeña sala de cine donde se va a pasar una serie de películas de directores alemanes. Entre ellas la que protagoniza Frederick Zoller, un héroe de guerra alemán que casualmente está pasando por el cine cuando ella arregla la cartelera. Él se interesa en la hermosa muchacha y comienza a seguirla, a buscar impresionarla por ser él un famoso soldado nazi, pero ella en todas las ocasiones le da a entender que le desagrada, pero él insiste hasta incluso el propio final de la película.  Para impresionarla la lleva, de modo forzoso a  una cena donde están los más importantes funcionarios del nazismo de París, y le presenta al director de la película, quien finalmente se convence de hacer una función privada en el cine de Shosanna.
Tarantino en el género de estas películas que hablan de las Segunda Guerra Mundial, tratada como un enfrentamiento de vaqueros “espagueti” no resalta más que la violencia de otros directores pues, la guerra es la guerra y no hay mucho que inventar; normalmente ellas ya tienen la violencia suficiente en sus hechos reales. Lo que puede ser “tarantinamente” característico es la forma de ser de Aldo Raine, como el patán que es malo y medio bruto, pero sigue siendo el héroe, obviamente haciendo apología a la figura de antihéroe que se estila en estos tiempos modernos, y particularmente en las obras de Tarantino. Muy al estilo del cine vaquero este personaje es casi paródicamente estadounidense, resaltado esto en el tan discreto acento americano de su italiano y el tan estereotipado comportamiento sureño, que a propósito no se disimula en el papél de “Incógnito” que cumple Aldo en Europa.  
 MARCOS KIRSCHSTEIN

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