lunes, 28 de febrero de 2011

La femineidad en Pulp Fiction


Cuando hablamos de las películas de Tarantino, siempre nos topamos con la presencia de un evidente interés por lo “multi-cultural”- si podemos llamarlo de ese modo- elemento que no solamente se reflejará en la ambientación de sus tramas, sino que también lo veremos en su gusto por la selección de actores. Tal es el caso de  Pulp Fiction (1994), película en la que observamos hombres y mujeres provenientes de diferentes culturas y razas. Sin embargo, los personajes que captan con gran fuerza la atención del espectador, son los femeninos. Mujeres de variadas nacionalidades, culturas y estratos sociales, que resemantizan el significado de la palabra femineidad y modifican las tipologías de las heroínas cinematográficas.
En la primera escena de Pulp Fiction, una pareja de ladrones interpretados por Amanda Plummer  Honey Bonny y Tim Roth Pumpkin, conversan en una cafetería sobre su arriesgado trabajo y las posibilidades de cambiar las estrategias de robo que venían utilizando. Los diálogos son ágiles y logran introducir al primer personaje femenino como una figura evidentemente enamorada de su compañero, que no busca otra cosa más que una vida errante y sin mayores responsabilidades. Es una mujer de rasgos físicos muy fuertes y actitud violenta que, al finalizar de la escena, amenaza a todos en la cafetería con matarlos si se mueven o interfieren con el robo que finalmente, después de una larga discusión, decide realizar junto a su amado.
Cuando observamos el comportamiento de este personaje, entendemos que la figura femenina en el mundo de Tarantino deja de ser; y no por tener un precedente de mujeres delicadas en sus películas, sino por el trato que algunas manifestaciones artísticas han dado a la mujer, una imagen delicada para convertirse en la representación de la fuerza y de la rebeldía.
Sabemos que la figura femenina a tenido múltiples formas de ser tratada en la historia del cine, y si bien existen muchas de ellas que ya han dejado huella a propósito de este perfil de mujeres fuertes y emprendedoras, como lo es el caso de Scarlett O´Hara en Lo que el viento se llevó (1939), no son iconos que manejen una fuerza física semejante a la masculina, por el contrario, siempre están ligadas a la astucia, la intuición  y a la utilización de la belleza como forma de poder y convencimiento.
Esto es precisamente lo que Tarantino logra modificar, ya que no solamente les confiere las virtudes de la astucia, la intuición y la belleza, sino además  les otorga el mismo poder, coraje y fuerza física que un hombre puede tener.
Aunque estas características de fortaleza física no sean lo más resaltante en los personajes femeninos de Pulp Fiction, si empiezan a gestarse personajes atrevidos  como el de Honey Bonny e incluso el de Esmeralda Villalobos (Angela Jones)- taxista que traslada a Butch (Bruce Willis) hacia un hotel después de su pelea en el ring- debido a que es una mujer con una apariencia perturbadora y que se muestra muy interesada por temas como la sangre y la muerte.
Continuando con las mujeres que sí conservan estas características de belleza y femineidad “clásica”, encontramos a la dulce y aniñada mujer Fabienne, interpretada por la actriz brasilera Maria de Mereidos.
Este personaje presenta otra faceta de la femineidad dentro del mundo en el que Tarantino nos quiere aproximar, ya que es la figura de una mujer de rasgos casi caricaturescos: rostro muy redondo, ojos grandes, boca pequeña y baja estatura, que encarna la inocencia y la vulnerabilidad de una mujer sumisa y dependiente de su pareja.
Gracias al trabajo de Amanda Plummer y Maria de Mereidos se puede observar el contraste entre dos mujeres que están enamoradas, la primera de un vulgar asaltabancos que no posee mayores ambiciones y la segunda de un boxeador vinculado a la mafia. En ambos casos es posible comprender cómo la situación emocional de estás mujeres (el amor) es determinante al momento de tomar decisiones. Son personajes que evidencian la búsqueda de las polaridades que Tarantino plasma en sus películas para poder desencadenar el factor dramático.
Hemos mencionado a dos mujeres que encarnan la femineidad y el amor de forma distinta. Una desde la agresividad y la otra desde la sumisión. Ahora sólo queda unir ambas posturas para entender al personaje de Mia, interpretado por UmaThurman.
Cuando el espectador tiene su primer encuentro con la figura de Mia, lo que obtiene a nivel visual es la imagen de una femme fatale dispuesta a divertirse y a hacer su voluntad, sin embargo es posible entender paulatinamente, que toda su postura amenazadora no es otra cosa más que pura apariencia.
El aura oscura y sensual que proyecta Mia, es lo que nos permite relacionarla con el personaje de Amanda Plummer Honey Bonny, no por tener una actitud semejante a ella,  ya que la agresividad de esta se encuentra ligada a la acción, sino porque la rudeza, en el caso de Mia,  está vinculada a un prejuicio visual. El cabello negro, la pálida piel, la mirada escrutadora y la masculinidad al vestir, son algunas de las características físicas que impactan al espectador y le permiten construir una imagen intimidante, a partir de un cuerpo frágil y delicado.
Una vez presentado el personaje de Mia, sólo queda observar cómo toda esta seguridad y fortaleza, se va deconstruyendo para presentar a una mujer adicta a la cocaína y que lleva una vida de enclaustramiento gracias a su esposo Marcellus Wallace, interpretado por Ving Rhames. Además de esto, logramos conocer su fracaso profesional como actriz, carrera que únicamente le permitió realizar un piloto para una serie televisiva que jamás se hizo.
En este sentido entendemos como Mia es la conjunción de dos posturas: la agresividad visual y la sumisión ante la vida. Es el boceto de una heroína que no pudo ser. Una mujer que representa una nueva concepción de la femineidad en el mundo cinemetográfico, que si bien tiene sus precedentes en personajes interpretados por actrices como Marlene Dietrich, es la consumación de una uotsider que la cultura pop alberga en sus anaqueles como un ícono representativo de la modernidad.
Carlos Enrique Vargas

domingo, 27 de febrero de 2011

Del fatalismo a la redención: El pensamiento del cine negro en Pulp Fiction



“Great noir poses the question, ‘Why me? Why is this
happening to me?’ And the very dark answer it provides,
almost unacceptable answer: for no reason. For no reason
at all. Because film noir is concerned with error, with
confusion. It’s the noir idea, we don’t know what’s going
on, but we do know it’s something bad out there,
controlling events” – Errol Morris[i]

Jules (a Pumpkin): “The truth is you're the weak. And I'm the tyranny  
of evil men. But I'm tryin', Ringo. I'm tryin' real hard to be the shepherd.”

 El llamado existencial que apunta Errol Morris (y su respuesta) como centro en el estilo y filosofia del cine negro se ve perfectamente en la premisa de Detour (Edgar G. Ulmer, 1945), un clásico del film noir: Un hombre pide colas desde Nueva York hasta California para encontrarse con su novia, y en el camino, por medios de pura coincidencia, se ve atrapado en dos asesinatos que lo incriminan únicamente a él, a pesar de ser inocente. Los eventos accidentales que sufre este hombre no tienen sentido alguno, y no le dejan escapatoria; “Fate, or some mysterious force, can put the finger on you or me for no good reason at all” es la línea final de la película. Otro ejemplo es el final de The Killing (Stanley Kubrick, 1956) en el que se ejemplifica lo absurdo de la vida, lo incontrolable y carente de sentido que puede significar frente una empresa humana que trata de ordenarla. En este fatalismo hay ecos del Mito de Sísifo de Camus, porque el cine negro es un existencialismo pulp, una versión americana desde el crimen de la esencial desesperación que apuntó Camus y Sartre sobre la condición humana: la náusea ante el sinsentido y la falta de humanidad, y lo inevitable que resulta ser.
 La definición del cine negro ha sido tema de ardua investigación por parte de especialistas. No es el punto de este trabajo entrar en tal cuestión, porque nos interesa sobre todo un aspecto de esta tendencia estética: su visión sobre el destino del hombre, y la relación entre él y su entorno. La era clásica del cine negro engloba las décadas de los 40 y 50 en Estados Unidos; difíciles tiempos, donde los directores y escritores del cine negro, empapados de la atmósfera de guerra, paranoia, depresión y trauma que produjo la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, el existencialismo y el boom del psicoanálisis en USA, encauzaron este ánimo general en un cine que reflejase este estado mental. A grandes rasgos, dos motivos cruzan la mayor parte de la producción de film noir en esos años: el error o coincidencia, y el fatalismo que acarrea. Sin importar en qué situación esté, el protagonista noir debe encarar un mundo donde todo sigue un orden de casualidad, y lo hace tratando de ordenar lo mejor que pueda todos los elementos que haya en juego. Que algo suceda casualmente no es sólo parte de ello, ya que debe lidiar con los errores cometidos por su entorno (errores que suceden porque, como las acciones del protagonista, toda acción humana está subyugada al sinsentido de la vida). Pero como apunta Morris, tales esfuerzos sólo conducen a un callejón sin salida, a una desesperación que conlleva a la perdición de todos los involucrados, y la única base de todo esto es el reflejo de un mundo donde las esperanzas de la Modernidad que progresa nos llevó a la bomba atómica; y su abanderado, el hombre racional y pensante, está solo en un foso fatalista donde no hay vías más allá de la muerte o entregarse a los azares de un destino cruel.
 Este ambiente tan negro y crudo se fue dispersando del imaginario estadounidense a finales de los 50 por numerosas razones, y con él el ciclo de cine negro clásico. Pero el impacto y repercusión de lo enunciado por el film noir no se hizo esperar, y desde  À bout de soufflé (Jean-Luc Godard, 1959) y Bonnie and Clyde (Arthur Penn, 1967), pasando por Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976), Blade Runner (Ridley Scott, 1982), Fargo (Joel Coen, 1996) hasta nuestros días con Mulholland Drive (David Lynch, 2001) Memento e Inception (Christopher Nolan, 2000 y 2010 respectivamente), lo importante del cine negro persiste por autores que ven en su núcleo esencial de pensamiento una noción aún vigente de lo humano.
 Quentin Tarantino es experto en notar estos núcleos en cada género o estilo cinematográfico en que se aventure (la venganza en el cine de kung-fu, la grandiosidad y pathos del spaghetti western) y concebir no sólo una reformulación estilística sino una reflexión sobre el ideario que representan. El imaginario noir está presente, en mayor o menor medida, en todas sus películas, pero es notablemente Pulp Fiction la que más profundiza en las nociones que ya se han comentado. Reelabora las imágenes y formas del cine negro (el aspecto femme fatale en Mia Wallace, la estructura no-lineal, el maletín que hace referencia a Kiss Me Deadly, y mucho más); “Pulp Fiction demuestra que Tarantino es a un tiempo buscador de formas y autor de universo descoyuntado. Esta película prueba que es un estilista y que las bases de su arte están en el cine negro… la sangre, el deambular, la huida, la traición, la delincuencia, la droga…”[ii] . Pero también trabaja desde su pensamiento. Lo que hace Tarantino es tomar la propuesta del cine negro e invertir o al menos equilibrar su tesis final en consonancia con su tiempo y lugar, logrando que las vías del azar lleven no a un destino fatal y predeterminado, sino a una zona más gris y abierta; si se quiere, de un pensamiento moderno a uno posmoderno.
 Todos los puntos de inflexión en los conflictos que narra Pulp Fiction son causa del error, el accidente o la coincidencia. La muerte de Marvin, la sobredosis de Mia, el olvido de Fabienne del reloj de Butch, la muerte de Vincent, el encuentro de Butch con Marcellus en la calle, su sometimiento por Zed y Maynard, el encuentro final en el restaurante – son todos eventos cruciales que mueven el mundo y decisiones de los personajes, y cada uno es un error, un accidente o una coincidencia. Es un universo incontrolable que, narrado bajo el desorden temporal, sólo acentúa la idea de que no hay tal cosa como el hombre ordenando su universo; las “fuerzas misteriosas” o designios del destino siguen siendo el motor detrás de toda empresa humana.
 La diferencia radica en que Tarantino propone que tales vías de lo casual no llevan sólo a lo fatal o maldito - también pueden llevar a la redención. O a la total indiferencia. El significado de la autoconciencia del hombre como ser con existencia y lo absurdo de la misma se ha vaciado del tono solemne y totalitario de la desesperación; que Butch haya asesinado sin saberlo a su contrincante de boxeo es un accidente, un sinsentido que no es trágico, que no inspira culpa, ni siquiera ironía: no tiene ningún significado para Butch. Incluso cuando la casualidad lleva a un fin negativo (la muerte de Vincent) Tarantino no lo representa como un giro fatal del destino, sino como un anti-clímax.
 El ejemplo mejor creado por Tarantino de la renovación del pensamiento del cine negro es en Jules. Su famoso discurso bíblico habla del hombre bueno que enfrenta las maldades del mundo, pastorea al débil a través de ellas y de la autoridad mayor, Dios (o Jules, al ser recitado por él – Jules como canalizador de un poder superior), preparado para vengar y eliminar todo en nombre de lo Bueno. Este discurso plantea a Jules como conocedor y practicante del poder que tiene para controlar su entorno (lo usa para intimidar y anunciar que, sin duda alguna, matará a alguien). Eso es, hasta que pasa la casualidad que lo cambia, la cual Tarantino hábilmente no designó como error o accidente – sino como milagro. Es ahora un milagro lo que lleva a Jules a replantear, al igual que el protagonista del cine negro, el modo en como enfrenta las maneras en que su universo se comporta. Y ya libre del determinismo del cine negro, Tarantino puede plantear que  el hombre no está destinado a un final fijo, sino que hay, en estos tiempos tan abiertos y vaciados de significación total, opciones múltiples, aunque vagas. A Jules lo lleva a la redención. Decide dar tal enfoque al evento casual que ha sufrido, y esto se ve en su reflexión sobre la cita bíblica, que pasa de ser un mero asunto estético para él a ser una revelación. Las citas del principio lo sintetizan: el porqué de nuestra existencia y de nuestro destino tiene una respuesta absoluta y abismal en el cine negro, y esa es que no hay razón. Es absurda. Tarantino toma la propuesta del cine negro y la hace consonante con una época donde la libertad de escoger es todo, donde no hay nada absoluto y las variantes se hacen, al menos en apariencia, cada vez mayores.  Su respuesta es que no hay un final determinado para Jules ni para nadie; el sólo va a caminar la tierra, consciente de lo que es, y tratar, lo más que pueda, de ser el pastor.

Nelson Algomeda


[i] American Cinema – cap. 7, Film Noir - New York Center for Visual History en asociación con KCET/Los Angeles y la BBC. 1995.
[ii] Simsolo, Noël – El cine negro – Alianza Editorial. 2009



sábado, 26 de febrero de 2011

La Caricatura de Tarantino:

En Pulp Ficcion hay varios elementos de la vida real que sufren un proceso de caricaturización. Comenzando por los roles mismos de los personajes. Primero con Pumpkin y Honey Bunny, quienes hablan de robos y atracos con la más grande de las naturalidades, sin importar que los escuche alguien. Hablan simplemente de cómo ha cambiado el negocio, de que ya los lugares habituales para su oficio se han vuelto hostiles. Una de las cosas que otorgan a esa escena de un aire caricaturesco es como ellos “planifican” el asalto al restaurante. Desmontando la idea vendida por el cine según la cual los “golpes” son magistralmente planificados, cosas de estudio, de tiempo de observación del potencial blanco. No así de “al garete”
También dentro de los personajes de Jules y Vincent existe caricatura. Parodia de las películas clásicas de mafiosos, donde los malos eran malos siempre y al momento de “negociar” no miraban para los lados, amenazando y  pisando a los que no se apegaran al deseo del gran jefe. Y es ese esquema el que siguen estos en la película, los malos inflexibles que no miran para los lados cuando se mentalizan en su papel de “negocios” como ellos mismos dicen.
Hay también otros aspectos sociales y culturales de los años ochenta/noventa en Estados Unidos, en algunos niveles de la sociedad. Por ejemplo el uso de lo religioso que hace Jules Winnfild, citando un pasaje de la Biblia justo antes de matar a algún otro. Llevando lo moralmente correcto y los prohibido a un punto risible, algo así como un violador que cita pasajes de algún libro religioso mientras abusa de sus misas, como comer carne en los días que supuestamente no se puede y decir amén al terminar el plato, cosas por el estilo.
“Nunca la he aplicado porque mis amigos saben cómo drogarse” También hay burla en el tratamiento social que se le da a la droga y al mundo de la drogadicción. Visto desde la perspectiva  de la película es perfectamente apropiada la venta y el mercadeo; el chiste es que hay que saber cuál es el límite entre la “Facha” y la muerte, esa fina línea es el límite entre lo correcto y lo no correcto. Este pensamiento se expone ya desde el principio de la película. Cuando Jules y Vincent hablan de cómo es diferente la realidad en Estados Unidos y en “paraísos” como Ámsterdam, donde todo es perfectamente legal, y a nadie le importa lo que hagas o no. Mientras que en U.S.A., nadie dice firmemente que el comercio y consumo de droga sea ilegal, pero si lo hacían fuera de los lugares apropiados todos criticaban y tachaban de inmoral. Además puede verse, hilando finamente, una crítica a la corrupción que está enquistada en la sociedad estadounidense; todo el mundo sabe dónde, cuando, quien vende y quien consume droga,  y nadie dice nada hasta que alguien muere por sobredosis, o es mandado a matar por otro perteneciente a ese mundo, pero que tiene más poder. Y es solo luego de que algo así ocurre es que todos critican al que consume o vende. Porque ya lo descubrieron y la moral dicta que hay que manifestarse en contra de ese mundo.
También hay elementos caricaturescos en otros aspectos de la película. En cosas propiamente ya en su ser película. Uno de los más famosos es cuando Mia habla de lo cuadrado del pensamiento de Vincent, y no dice nada referente a lo cuadrado de su pensamiento hace el amago en el aire y se dibuja un cuadrado en la pantalla. Otro elemento de caricatura de la película es la escena en la que Vincent dispara a la cabeza a Marbin por accidente en el interior del auto, embarrando de rojo brillante el inmaculado fondo de la escena, situación que ya por si sola da bastante risa y denota el tono caricaturesco de “¿cómo puede pasarles eso?” que irradia esa escena.
Es en elementos como estos donde se muestra el carácter satírico de esta película. Aquí se muestra la fuerte crítica que se hacía a modo de burla de la sociedad de ese entonces (y puede decirse que de este también) donde las críticas son tomadas con risa y no como una descarnada crítica amonestadora y pretendidamente moralizante sobre la realidad repugnantemente falsa que poseía la sociedad de entonces.

Pulp Kitsch ion


En el trabajo anterior revisé a través de la construcción de los personajes en Reservoir Dogs la inclusión de Tarantino en esa galaxia de confusos horizontes llamado realismo. En esta oportunidad voy a revisar el elemento Kitsch en Pulp Fiction y en la próxima entrega voy a buscar a ver si estos dos conceptos (el Realismo y el Kitsch) coinciden en algunas de sus coordenadas.

No voy a comenzar como empiezan todos los estudios sobre esta materia con un rastreo filológico de la palabra Kitsch, ¡ya basta! Tampoco voy a hacer una diferenciación entre Camp, Kitsch y Arte. El Camp, es jerga francesa para decir Kitsh porque así son los franceses, lo quieren todo pero no lo dicen (el único francés sincero ha sido Napoleón). Y en cuanto a la dicotomía Kitsch-Camp y Arte no voy a entrar tampoco en disertaciones, lo Cool y lo Artístico, dependen del momento, del espectador y  de la moda. Ahora lo que si voy a intentar es fijar puntos en común entre los diferentes autores que han escrito sobre el Kitsch, porque en general, nadie lo define, y como algunos pueden darte una aproximación más o menos certera, cuando lees a otro se desdibuja por completo, esto se debe a que para definir el kitsch se debe entrar en la encrucijada planteada por Barthes en Crítica  y Verdad “la obra propone y el hombre dispone[1]”. Esto indica que depende del autor y sus gustos la construcción de la sombra de este espectro.
Para Harold Rosemberg el kitsch es “el arte cotidiano de nuestro tiempo equivalente a lo que representaron para las pasadas generaciones las vasijas o los himnos[2]”, no posee antítesis y esta íntimamente relacionado con el orígen del hombre y la belleza o su sinónimo la feladad, para Herman Broch el Kitsh es un hijo de la Burguesía y la revolución industrial, relacionado con el mal gusto y la cultura popular,  que no tiene cabida sin la existencia de un Hombre-kitsch, “Entendido en un sentido amplio, el arte es el simple retrato del hombre de su tiempo, y si el Kitsch es mentira (muchas veces-y con razón- se lo ha considerado así) dicha mentira recaerá sobre el hombre que lo necesita, es decir, sobre quien se sirve de este espejo tan respetuoso para poder reconocerse en la imagen desfigurada  que le devuelve y para poder confesar (con un placer, dentro de ciertos límites, sincero) con sus propias mentiras[3]”. Gillo Dorfles entiende el Kitsch sobre todo en relación con el mal gusto y como producto de una contextualización o descontextualización del objeto Kitsch “las reproducciones en alabastro de la torre inclinada de Pisa, por ejemplo, no sólo son Kitsch porque están reproducidas en un material distinto, sino porque se valen de una “desviación vistosa de la norma”( la inclinación del campanario) como elemento de curiosidad y de atracción. Con lo que degradan el admirable conjunto de la Plaza los Milagros a una imitación Kitsch[4]” Y bueno se nota que a Guillo no le gusta mucho eso de la cultura popular ni de las reproducciones en fin que es un purista. Ludwin Giesz siguiendo la línea de Broch entiende el Kitsch como una obra objeto o lo que fuere, que no esta conectado con ninguna verdad ni conocimiento trascendental, su único interés es formal y vanidoso. Uberto Eco siempre esclarecedor es uno de los pocos teóricos que se atreve a definirlo y lo define así:”El kitsch puede ser definido como una forma de desmedida, de falso organicismo contextual, y por ello, como mentira, como fraude perpetrado no a nivel de los contenidos, sino al de la propia forma de la comunicación[5]” y en este texto investiga una de las claves para este trabajo, la relación entre el Kitsch y la cultura de los medios de comunicación de masas.

Entonces… entre los puntos en común tenemos  que: el kitsch esta siempre relacionado con la cultura de masas o la baja y media cultura y nunca con la alta cultura; que depende del “mal gusto”, pues su intención no es producir objetos para la observación y reflexión sino por el contrario únidireccionalmente bellos-feos; que depende de la sociedad y sobre todo el hombre kitsch para poder sobrevivir, pues el disfrute del Kitsch esta ligado a brindar autoplacer del observador del kitsch, me explico; según Broch, Eco, Kundera y Geisz uno no disfruta viendo un objeto kitsch sino disfruta de saber que esta disfrutando eso. También sabemos que el Kitsch por lo menos en lo que se refiere a imágenes se caracteriza por la reproducción, apropiación, descontextualización o resemantización de imágenes icónicas o sencillamente demasiado cotidianas para elevarlas al pedestal de lo observable en contraposición de una simple vista.  Esta relacionado con la desmesura, con lo exuberante, desmedido pornográfico, desagradable, edulcorado, falso, artificioso, inconexo y por último con una sensibilidad peculiar que logra abofetear al caminante para que detenga su atención en el objeto-hombre-idea-libro o cualquier cosas Kitsch.

El Kitsch es pedir Doritos en restaurante cinco estrellas, Kitsch es Charlie Mata y el Hermano Coco, Una bisabuela en minifalda, una franela que diga “Principe Tuky busca princesa” y dependiendo de la época, la cultura ,el lugar y el horizonte cultural, el kitsch se modula y cambia, pero… ¿cómo saber si Pulp Fiction es  Kitsh?
Para saber esto solo hay que estudiar los elementos y las secuencias más llamativas de la película, lo primero: A) una dimensión poco clara que refleja su tiempo: la moda retro 70’s en los 90’s . Para ver esto basta con ver la escena de Jack Rabbit Slim, que parece un paraíso Kitsch, es un lugar totalmente retro, donde los mesoneros se deben parece a estrellas de cine de esta época y a su vez a dentro de esta gran escena comparten varios fenómenos Kitsch: 1) retomar el baile de Band a part de Godard sin una intención específica, solo porque si, por la plasticidad de la imagen 2) El vestuario de Jhon Travolta y Uma Thurman es Kitsh, no parece de la misma época de la casa de Uma ni de la pistola de Jhon, pero si es coherente con la onda  de Rabbit Slim y con la música de la película. B) Las continuas conexiones con la cultura popular: 1) los temas de conversación: hamburguesas, series de televisión, drogas, nunca son temas de alta cultura como literatura, o arte o algo por el estilo. 2) Los personajes son hombres “comunes” en lo referente a sus gustos y decisiones pues son producto de la convención más que de la reflexión.  C) El disfrute Kitsch: la mejor escena para comprobar como funciona este tipo excepcional de disfrute es la del carro y Marvin. Un blanco mata a un negro en un carro por un accidente, así podría ser… también, un tiro se escapa en un carro y mata a Marvin. Pero la realidad, es que a nadie le importa que maten a Marvin, ni si fue un blanco o un negro, lo importante es reírse, es aceptar como espectador un satisfactorio lugar seguro y cooperador, cómplice y conciente, yo me río porque disfruto al  saber que me estoy divirtiendo porque en un carro por un accidente le reventaron el melón a un anónimo y Samuel L. Jackson tiene trocitos de cerebro en el afro.
Lo segundo: En general, la película no tiene intenciones de cuestionar temas trascendentales del ser humano, por el contrario tiene un compromiso con el entretenimiento, con el gozo más que con la reflexión y cuestionamiento de la situación humana, esto es fácil de captar si pensamos en el séptimo sello y luego en la muerte de Travolta en Pulp Fiction, en ambas aparece la muerte, en una como tema, en la segunda la muerte obedece los requerimientos de la película, matan a Travolta porque tienen que cerrarlo no porque la muerte sea un tema importante, igual que el maletín, nadie a dicho que el maletín contiene las respuestas de la vida, no… todo el mundo sabe que el maletín es el botón que activa una máquina que no hace nada, es solo una máquina tan llamativa que no necesita ser ni hacer más nada.
Dicho esto, creo que queda claro porque el cine de Tarantino se puede calificar de cine kitsch.


[1] Barthes, Roland, Siglo XXI Buenos Aires Argentina 1972
[2] Rosemberg, Harold, Monteavila Caracas Venezuela, 1969.
[3] Dorfles, Guillo, Lumen Barcelona El Kitsch. 1968
[4] Idem.
[5] Eco, Umberto, Apocalípticos e Integrados ante la cultura de masas, Lumen Barcelona, 1969

El Reloj de Oro

Pulp Fiction ha sido reconocida por la crítica como una película que engloba todos los elementos de la cultura pop. Las conversaciones que se desarrollan en muchas de sus escenas giran alrededor de tópicos como franquicias de comida, piercings o programas de televisión. Un ejemplo de esto puede verse en la escena en la que Vince va a comprar droga, donde se sostiene una conversación acerca de perforarse el cuerpo:

     TRUDI: ¿Perforan los pezones con la misma pistola que usan para las orejas?
     JODY: Esa pistola va en contra de todo lo que significa perforarse. Los 18 agujeros que tengo en el cuerpo me los hicieron con agujas (...) y tengo un clavillo en la lengua.
     VINCE: ¿Por qué traes un arete en la lengua?
     JODY: Es una cosa sexual. Ayuda en el sexo oral.

Otra escena en la que se ve a los personajes aludiendo a la cultura popular es en la que Jules y Vince están llegando al apartamento donde está el maletín:

     JULES: Ella era actriz.
     VINCE: ¿De veras? ¿Ha salido en algo que yo conozca?
     JULES: Su más grande papel fue en un programa piloto.
     VINCE: ¿Qué es un "piloto"?
     JULES: En la tele hay programas, ¿no?
     VINCE: Yo no veo tele.
     JULES: Sabes que hay un invento llamado televisión donde pasan programas, ¿no?

Esto crea en el espectador la sensación de que los personajes están condicionados por la cultura popular, hecho que en cierto modo no es falso. Sin embargo, hay un solo personaje que particularmente llamó mi atención por el hecho de que no parece seguir la misma línea de los demás: Butch.

Butch se presenta por primera vez en la película sosteniendo una conversación con Marcellus Wallace. En ese momento, no sabemos con claridad cuál es su importancia dentro de la trama sino hasta que, posteriormente, hay varias escenas dedicadas únicamente a él; en ese momento, Butch es sólo uno de los tantos hombres que trabajan para el señor Wallace. La película nos permite conocer a Butch mediante una escena en la que, siendo un niño, ve dibujos animados en la televisión. Un hombre llega a la casa y lo interrumpe para entregarle un antiguo reloj que pertenecía a su padre. Así como el maletín es el objeto que mueve a Jules y Vince, este reloj se convierte en el objeto que mueve a Butch. Sin embargo, hay una gran diferencia entre el maletín y el reloj.

Jules y Vince, al principio de la película, van en busca de un maletín que pertenece a su jefe. Cuando llegan al apartamento en el que lo encuentran, se lo llevan y continúa la película sin que se vinculen verdaderamente con el objeto: sólo se preocupan por devolverlo a su dueño. De hecho, hay un momento en el que el maletín corre peligro y Jules no muestra que verdaderamente le afecte su contenido, sino que sólo lo resguarda para poder cumplir su tarea.

     RINGO: ¿Qué hay en el maletín?
     JULES: La ropa sucia de mi jefe.
     RINGO: ¿Tú se la lavas?
     JULES: Cuando el quiere.
     RINGO: Qué mierda de trabajo.
     JULES: Lo mismo pensé yo.
     RINGO: Ábrelo.
     JULES: Me temo que no puedo.
     RINGO: Abre el maletín o ésta será la última vez. Voy a contar hasta 3. Si no abres el maletín te descargo la pistola en la cara. 1, 2, 3.
     JULES: Está bien, Ringo. Tú ganas. Es tuyo.

Si bien el maletín es un objeto que mueve la trama, ni Jules ni Vince están personalmente conectados a él. En esta escena puede verse que Jules no está dispuesto a perder su vida por el maletín, a pesar de que, inteligentemente, no se lo entrega al ladrón. En contraposición a esto, el personaje de Butch es muy diferente. Desde el día en que aquel soldado le explicó todo lo que su padre había hecho para dejarle ese reloj, Butch se vinculó emocionalmente con el objeto. En la escena en la que se despierta en el motel, su reacción ante la ausencia del reloj lo dice todo:

     BUTCH: ¿Dónde está mi reloj?
     FABIENNE: Ahí está.
     BUTCH: No, no está.
     FABIENNE: ¿Lo buscaste?
     BUTCH: ¡Lo busqué, carajo! ¿Qué crees que estoy haciendo? ¿Segura de que lo agarraste?
     FABIENNE: Sí, del cajón de tu buró.
     BUTCH: ¿En el cangurito?
     FABIENNE: Estaba en el canguro.
     BUTCH: Pues no está aquí ahora.
     FABIENNE: Pues debería estar.
     BUTCH: Debería, pero no está. ¿Dónde carajo está? Era el condenado reloj de mi padre. ¿Sabes lo que tuvo que hacer para darme ese reloj? Es muy largo de explicar, pero hizo mucho. Podías haber quemado toda esta mierda, pero te recordé que no se te olvidara el maldito reloj. ¡Piensa! ¿Lo agarraste?
     FABIENNE: Creo que sí.
     BUTCH: ¡Crees que sí! ¡O lo agarraste o no lo agarraste!
     FABIENNE: Entonces lo agarré.
     BUTCH: ¿Estás segura?
     FABIENNE: No
     BUTCH: ¡Carajo! ¡Carajo! ¡Carajo! ¡Hijo de puta! ¡¿Sabes qué jodidamente estúpida eres, carajo?! No es culpa tuya, lo dejaste en el departamento. Te hice traer muchas cosas. Te dije lo del reloj, pero no te expliqué bien lo personal que era. Debí haberte dicho que era lo único que me importaba.

En este momento, las acciones de Butch son movidas únicamente por el reloj de su padre, pero no como una tarea que deba cumplir, sino como un compromiso personal. Butch está tan ligado al reloj, que regresa al apartamento a buscarlo, arriesgando así su vida por él. Veo entonces, en Butch, al único personaje de Pulp Fiction que se vincula emocionalmente con las situaciones. Personajes como Mia o Vince actúa motivados por lo fatuo y lo momentáneo. De hecho, el personaje de Mia se degrada en la sobredosis, y el de Vince se degrada en una muerte deshonrosa. Marvin es completamente intrascendente, y la degradación de Wallace se desata en su violación. Jules, siendo un hombre que ve a Dios en las cosas que le suceden, tiene algo más trascendente a que aferrarse. Pero al final de la película, Butch no demuestra estar atado a la cultura popular ni a otra cosa, finalmente se convierte en un personaje que se liberó al liberar a Marcellus Wallace.

María Morillo




Jack Rabbit Slim's


Mia Wallace: "An Elvis man should love it".
Vincent Vega: "...It’s like a wax museum with a pulse."


Un gran cartel, con una caricatura de neón de un gran conejo de aspecto fríamente brusco sobre un limpiaparabrisas rojo, se alza sobre el establecimiento. Debajo de la caricatura aparece el nombre: Jack Rabbit Slim's. Más abajo aparece el eslogan: “lo mejor después de la máquina del tiempo”. Ese es el lugar al que van Vincent vega y Mia Wallace. Un restaurante temático/retro de la cultura pop de los 50 y finales de los 60. El local en sí es una explosión de la iconografía de las películas, televisión y música de esas dos décadas.

Vincent entra al restaurante acompañado a una cámara que nos recuerda enseguida a Henry Hill entrando al Copacabana en la película Goodfellas (Martin Scorcese, 1990), nos hace un pequeño recorrido del lugar mostrándonos infinidades de detalles del local. Un ambiente al estilo de la caricatura Archie, decorado con carteles de películas destacadas de los años cincuenta y una gran pancarta en la pared que dice: “No se permiten zapatos” (cosa que veremos cuando Vincent y Mia suben al escenario y se descalzan antes de bailar). Hay unas ventanas panorámicas que no dan a la calle sino que proyectan por detrás de ellas escenas callejeras de películas en blanco y negro. Hay una pista de carritos eléctricos que se mueven por inercia, pues aunque tenga espectadores nadie los maneja. Un piso de tablero de ajedrez, mucho neón y sombrillas playeras terminan de rematar el local. No solo os recuerda el mismo espíritu de American Graffiti (George Lucas, 1973), Red Line 7000 (Howard Hawks, 1965) y Speedway (Norman Taurog, 1968) protagonizada ésta última por el mismo Elvis Presley, sino que también nos presenta un sello justificador de la cultura norteamericana que vive, late, y sigue vigente. Un discurso de identidad que, aun siendo relativamente “nuevo”, es más fuerte que muchos otros afianzados bajo el poder de la historia.

Vincent, tras ser recibido por Richard Nixon, camina y nos muestra que los mesoneros que atienden en el Jack Rabbit Slim's son Buddy Holly, James Dean, Dean Martin, Marilyn Monroe, Mamie van Doren, El Zorro y un enano disfrazado como el Botones de Jerry Lewis que grita “CALL FOR PHILLIP MORRIS”, un comercial de cigarrillos de la época. En el escenario hay un imitador de Ricky Nelson cantando "Waitin In School". Después de sentarse en una mesa/carro convertible le piden a su mesero (que imita a Buddy Holly) lo que van a consumir esa noche. Vincent un steak Douglas Sirk acompañado de Coca-Cola de vainilla. Mia pide una hamburguesa Durward Kirby y una malteada de cinco dólares (al estilo Martin & Lewis). Hasta este momento, la cantidad de referencias de la cultura pop cincuentera que Tarantino nos ha suministrado es impresionante.

 Luego viene el concurso de baile. El concurso de Twist. La pareja sube al escenario y nos deleitan con una enorme cantidad de movimientos. A storm of all types of cool moves. Hacen pasos como 'The Swim', 'The Twist' y el 'The Batoosie'. Una escena de baile que marcó un hito en la historia y que ha sido recreada innumerable cantidad de veces (si, hasta tú te has pasados dos dedos frente a los ojos alguna vez).

Pero Jack Rabbit Slim's, aparte de demostrar la pasión de Tarantino a la iconografía de los cincuenta, a la saturación, a la cultura de masas, a lo kitsch que vive en nuestra cultura, también utiliza el local como un factor clave del desarrollo de la historia. No sólo se resuelve la duda respecto a Tony Rocky Horror y el masaje de pies (lo cual relaja a Vincent Vega y transforma al personaje durante el resto de la historia), sino que además crea el link Vincent/Mia con lo que la trama puede dar el siguiente paso: ante una falta de relación entre los personajes, se crea por fin una relación. Tensa, si, prohibida, donde un paso en falso puede terminar todo, pero relación al fin que sitúa a los personajes en un estado donde pueden expresarse, intimidar y conocerse más fácilmente. Dicha relación, que empieza a cocerse en el restaurante, tiene su apogeo en la escena donde Mia exclama que ya no hay silencio incómodo.

Sin embargo, Jack Rabbit Slim's es un proyecto que Tarantino no maneja a la ligera. Aparte del capítulo donde el restaurante es protagonista, nos los muestra luego en  la misma película durante el segmento The Gold Watch. Puedes escuchar que lo nombran en una radio de un restaurante que Butch Coolidge atraviesa para llegar hasta su casa. Se dice que habla de un supuesto robo del trofeo de Twist (lo que haría pensar que Vincent y Mia no lo hubiesen ganado, sino robado). En Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992) ya se mencionaba a Jack Rabbit Slim's. Puede escucharse por la radio cuando Mr. Orange le dispara a Mr. Blonde y la cámara va haciendo un travelling hacia la izquierda.

Quién sabe, a lo mejor queda Jack Rabbit Slim's para rato en las próximas películas de Tarantino.


Santiago Zerpa.





LA CONVERSIÓN DEL DISCURSO.

Vicent y Jules han crecido en la típica sociedad estadounidense que idolatra las hamburguesas de Mac Donalds, la Coca-Cola y el Rock and Roll. Ambos son asesinos a sueldo que trabajan para el señor Wallace. La personalidad de Vincent responde a la de un sujeto sereno, analítico y reflexivo, mientras la de Jules se exhibe como la de un hombre irascible y de poca meditaciónEl discurso de Jules pareciera fundarse en un primer momento en argumentos falaces. Cada debate frente a su interlocutor se instaura entre las persuasivas falacias generalización apresurada y el argumento ad baculum. Este último sofisma, es el más utilizado a lo largo del film, quizás porque la amenaza al otro es necesaria en la profesión.
Un claro ejemplo de lo mencionado puede vislumbrarse en la secuencia donde Vincent le comenta a Jules que lo sucedido [el incidente de los disparos fallidos] no ha sido intervención divina, sino mero azar.  A lo que Jules responde: ¡lo que paso aquí fue un milagro y quiero que lo aceptes maldita sea! A partir de tal vociferación Vincent sumisamente le responde: de acuerdo, fue un milagro ¿podemos irnos? (…) Pulp Fiction (Tarantino, 1994). Otra secuencia que explicita el argumento ad baculum es cuando Jules está llamando desde la casa de Jimmie a Wallace y le vocifera: ¡no me importa las malditas alternativas! Lo que quiero escuchar de ti es: no hay problema Jules, yo me haré cargo, solo vuelve ahí (...) Wallace serenamente le responda: no hay problemas Jules, yo me haré cargo, vuelve ahí y tranquilízalos, y espera a lobo que no debe tardar (…) Pulp Fiction (Tarantino, 1994). En ambos casos y de manera explicita Jules arremete contra el otro desde la apelación a la fuerza. Según Irving Copi[i] (1969) el argumento ad baculum es la falacia que se comete cuando se apela a la fuerza, o a la amenaza de fuerza, para provocar la aceptación de una conclusión. Usualmente sólo se recurre a ella cuando fracasan las pruebas o argumentos racionales” (pág. 62).
Con el uso de este sofisma, el discurso de Jules se materializará inicialmente bajo el presupuesto de que el fin justificará los medios, de modo que si es necesario emplear falacias o incluso asesinar a alguien para conseguir un objetivo, no dudará en hacerlo. Jules sabe que desde su trabajo como criminal no puede haber vacilación alguna, de ello que Tarantino lo presenta como un hombre de pocos escrúpulos. Al mismo tiempo, en el discurso de Jules se puede notar un cierto grado de liderazgo autócrata; quizás debiéndose en parte a la lectura disentida del pasaje de la biblia Ezequiel 25:17. Al menos desde allí esta lectura le ha hecho entender que el otro es el que actúa mal y que él es el que tiene la facultad para actuar como el buen pastor, porque en su camino se dirige hacia el bien. Tal liderazgo puede vislumbrarse en las discusiones que entabla con Vincent, la intimidación hacia Brett o incluso la soez petición a Wallace (sobre el envió de la caballería). Pareciera que el otro debe sumirse ante él y para ello la apelación a un discurso indiscriminadamente insubstancial como la falacia es su instrumento elemental para hacer doblegar y dirigir.
Jules reconoce en la secuencia de la cafetería que el pasaje de Ezequiel 25:17 ha sido un discurso para hacer doblegar. El antecedente de esta aseveración tiene sus fundamentos más próximos en la secuencia del apartamento cuando Jules coléricamente le dice a Brett: memoricé un pasaje y es apto para la ocasión (…) después de pronunciar las últimas palabras del pasaje, Jules le dispara a Brett. Acto seguido (omitiendo la división fragmentaria del film), sale del baño del apartamento un cuarto sujeto haciendo estallar a quemarropa de Jules y Vincent su mágnum 357. A pesar de que el sujeto falla los disparos, Jules y Vicent ilesos no piensan dos veces y disparan al agresor. Aturdido ante tal situación, Jules le comenta a Vincent que deberían estar muertos, a lo que Vicent le responde que lo ocurrido ha sido mera casualidadSin embargo, cuando Jules evalúa el enigmático suceso (intervención divina o azar) se produce en este iracundo criminal los primeros pasos de una peculiar conversión, que en palabras del mismo Jules es meramente espiritual. Es a partir de este episodio cuando Jules empieza a creer que lo sucedido ha sido un milagro de Dios.  Acto seguido se muestra en él una notable conversión en el discurso y en su forma de actuar.
La conversión de Jules se manifiesta claramente en la secuencia final (en el orden narratológico) cuando éste apuntando con su pistola 9mm a Ringo le comenta: hay un pasaje que memorice (…) y recita Ezequiel 25:17, al finalizar agrega: llevo diciendo eso año (…) nunca consideré lo que significaba, creía que era un buen discurso que decir antes de hacer volar a alguien, pero estas mañana vi cosas [el milagro] que me hicieron pensar(…) Pulp Fiction (Tarantino, 1994). Desde esta secuencia se muestra palpablemente; primero, a un Jules que empieza a tener una correcta conducta moral. Es decir, pareciera que empieza haber en él una conciencia reguladora comienza a deliberar mejor entre sus actos y acciones. Segundo, hay un indiscutible cambio discursivo que pudiera entenderse en un primer momento cuasi-psicopático  (cuando trata de cosificarlo al otro desde el liderazgo autócrata) a un momento germinalmente espiritual. Este cambio sólo se da cuando analiza la irracionalidad de lo sucedido. 
Pareciera que Tarantino no se queda sólo con el cambio explicito en el discurso de Jules, sino que además arroja referencias visuales de suma importancia. La primera pudiera verse cuando Vincent estáa briendo el maletín de Wallace. En esta secuencia Tarantino asienta un plano detalle en el maletín para que el espectador pueda ver la combinación; claramente se observa los números 6-6-6 que interpretándolo desde el punto de vista religioso (cristiano) simbolizan los números de la bestia o el mal. Desde allí pudiera entenderse lacónicamente el primer momento en el proceso de conversión de Jules, quien desde sus interpretaciones de Ezequiel (25:17) está bajo la fachada de criminal por las injusticias del egoísmo y la tiranía del mal. Otra referencia visual que arroja Tarantino al proceso de conversión puede visualizarse en la secuencia final donde ambos criminales están desayunando en la cafetería. Vincent tiene una franela de la UC. Santa Cruz. Interpretando esta referencia visual que intencional o no utiliza Tarantino, las palabras Santa Cruz pueden entenderse no sólo como palabras emblemáticas de la Universidad de California en Santa Cruz (EE.UU), sino como un referencia religiosa complementaria para apoyar la discusión seudo-filosófica que entablan acerca de la personalidad (quizás entendido como el proceso de purificación en referencia a la limpieza del cerdo), el milagro, y Dios. Lo curioso es que en ambas situaciones está Vincent como antítesis de las creencias circunstanciales de Jules. Finalmente pudiera decirse que el atuendo de ambos sujetos en la cafetería refleja un cambio estético; el característico esmoquin de trabajo ha pasado a shorts y franela. En ambas secuencias hay un cambio en distintos aspectos, pero sobretodo se da la conversión en el discurso de Jules.
A pesar de que Jules se comporta ahora como un sujeto más reflexivo, para Vincent no deja de seguir siendo falaz; sus razonamientos de fe son  ininteligibles. Sin embargo sería errado y a la vez falaz juzgar desde allí a un hombre que expresa abiertamente una relación intima con Dios. Lo que no entiende Vincent es que Jules ahora está empezando a obrar en virtud del absurdo [Dios] como dice Sören Kierkegaard en su obra Temor y Temblor; Jules es ahora un hombre inmerso en la fe.
Para Kierkegaard la fe supone en el sujeto un movimiento que se genera en la resignación infinita, que es el ultimo estado que precede a la fe, de modo que quien no haya realizado este movimiento no alcanzará la fe (Kierkegaard, 1975. Pág. 110)[ii] Desde Kierkegaard, Jules debe resignarse infinitamente a perder todo lo finito para ganar a Dios. Cuando Jules le comenta a Vincent que está dispuesto renunciar a la vida, Vincent se sorprende y le pregunta ¿Qué harás? La respuesta que da Jules es descabellada para su interlocutor, pues le comenta que primero llevará el caso a donde Marsellus (renunciará a su profesión desde donde es reconocido por otros) y después recorrerá la tierra como Caine en Kung fu hasta que Dios lo ponga donde quiera que esté. De igual forma le dice que si nunca ocurre, si nunca lo pone en algún lugar caminará por siempre.
Para Kierkegaard la resignación infinita lleva al sujeto hacia la voluntad de Dios, realizándose y fundamentándose plenamente en la fe, haciendo que el particular o propiamente el caballero de la fe  (como lo llama Kierkegaard) pueda tener la plena confianza de que lo imposible será posible, pues en el mismo instante en que renuncia a la temporalidad, éste obtendrá la eternidad a la cual no se puede renunciar, por ello Abraham (el padre de la fe) según Kierkegaard como caballero de la fe aunque renuncia a todo (lo racional) al momento de dar la vida de su hijo (Isaac) la recupera por medio de la fe. De allí que se muestra como un movimiento paradójico que jamás la razón podrá comprender. De ahí que según Kierkegaard Vincent no llegue a comprender jamás el proceso espiritual que por el que está pasando Jules, es por eso que le reclama ¡no Jules!.. quieres ser un pútrido vago igual que tantos inútiles que piden cambio, que duermen en basureros y comen lo que desechamos... ¡eso tiene nombre Jules! y se llama vago,.. sin empleo, sin residencia o alojamiento ¡eso es lo que serás! un desgraciado vago (...) Pulp Fiction (Tarantino, 1994). A pesar de que Vincent entiende el argumento de fe de Jules como otro de sus sofismas, la fe no se puede racionalizar. Tarantino presenta en las últimas secuencias a un Jules que pasa por una conversión en el discurso y sus actos producto de la fe, que como la expone Hebreos 11:1  “es la certeza de lo que se espera y la evidencia de lo que no se ve".
En suma, en el discurso de Jules se da una conversión que se muestra inicialmente como irracional, hostil e irascible, y pasa progresivamente a un estado dócil, sereno y espiritual. Desde este segundo momento, Jules sosegadamente le dice a Vincent: sólo quiero ser Jules y sabes amigo es aquí donde tu y yo [ahora] diferimos. Pulp Fiction (Tarantino, 1994).


                                                                                                                        RAFAEL   DUARTE














[i] Copi, I (1969) Introducción a la Lógica. Buenos Aires. EUDEBA.
[ii] Kierkegaard (1975) Temor y Temblor. Madrid. Alianza